Lo único de lo que mi novio y yo tenemos certeza hoy, es de dos cosas:
1. Que definitivamente nos queremos casar❤️.
2. Y qué día nos queremos casar.
¡De resto no tenemos NADA!
Aunque tenemos tiempo suficiente para ahorrar y la lista de invitados se reduce a familiares y amigos más cercanos, no sabemos si alcanzaremos a reunir el mínimo necesario para pagar ceremonia, vestido, traje y además celebrar. A pesar de esto y de que siempre está la incertidumbre de qué va a pasar en este nuevo año, yo no he dejado de soñar. Sueño despierta con ese día, me imagino casándonos en distintas iglesias, con distintos vestidos. Me imagino cómo nos veremos ese día, cómo nos sentiremos ese día y si podremos aguantar las ganas de llorar. Sueño con la fiesta, que aunque pequeña, sea alegre y divertida para todos los invitados y en especial para nosotros dos. Sueño con la música y con las fotos que quiero que nos tomemos. Sueño con la felicidad de nuestros familiares al ver la nuestra. Tan solo la idea de pensar que me voy a casar con el hombre de mi sueños me hace feliz, tanto así que cada vez que lo pienso me invade una gran energía y quiero bailar en ese momento, quiero celebrar.
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