Les quiero compartir esta reflexión
¿Son un mal necesario? Es cierto que las mujeres hemos ido ganando terrenos que antes eran exclusividad masculina, hasta el punto de volvernos cada vez más autosuficientes. Incluso hoy sepuede prescindir de una pareja para concebir un hijo. Sin embargo, seguimos enamorándonos de ellos, así como ellos de nosotras. Algo deben tener y algo debemos brindarles para que sigamos eligiéndonos.
Qué sería de ellos sin nosotras:
Porque no encuentran nada: especialmente las llaves. No sería mala idea tener a mano un anotador para registrar cuántas veces a la semana las pierden. Pero eso no es lo único que no encuentran: que no se nos ocurra pedirles que cambien la bombilla del velador. Aunque la dejemos frente a sus narices, no la verán y dirán que esa es la razón por la que no pudieron cambiarla. Aún así, hay algo que nos pone un poco más nerviosas. Es cuando nos hacen “el favor” de cocinar. No parece que vivieran en su propio hogar, ya que ni siquiera encuentran la sal. Hartas de sus preguntas constantes, nos replanteamos si conviene dejar que intervengan en la cocina o si es más fácil y práctico hacerlo nosotras mismas.
Cuando se enferman: por suerte son el sexo fuerte porque, aunque no les ocurre seguido, las veces que caen en cama se vuelven más dependientes que nuestros propios niños. Necesitan una mamita a su servicio para llorar todas sus nanas y que les haga mismos. Más allá de sus demandas, a mí personalmente me enternecen en esa situación.
Porque necesitan a alguien que les recuerde los cumpleaños: ¿cómo le explicamos a la suegra que no es desamor? Simplemente ocupan su mente con otros temas que para ellos son más importantes, como si se jugará la última fecha de la copa o si ascendieron de puesto al compañero de trabajo. Para recordar el aniversario de su madre estamos nosotras, que podemos hacer varias cosas a la vez; hasta comprarle un presente.
Porque sin nosotras la casa sería un completo desorden: este punto es contradictorio. Porque he conocido varios hombres que eran absolutamente prolijos cuando vivían solteros y se volvieron absolutamente desordenados cuando formaron una familia. No es difícil de comprender, ya encontraron en quién delegar esas tediosas tareas. Que también lo son para nosotras. Luego de un día en que hemos realizado doscientas tareas para el hogar, entre las cuales no faltaron el orden y la limpieza, llegan y dejan las migas del pan esparcidas por el piso. Y es ahí cuando nos transformamos en mujeres al borde del ataque de nervios. Pero no lo comprenden, siempre seremos las exageradas.
¿Y si no a quién culpar? Ellos si creen en las brujas. Somos nosotras, las culpables de todos sus males. Y las que nunca paran de hablar… Así y todo, les gusta estar hechizados, pero de amor.
¿Qué sería de nosotras…?
Porque nos ayudan a cargar las bolsas del supermercado: a veces nos quejamos de la falta de ayuda, pero siempre que los necesitamos para hacer el trabajo pesado están ahí.
Porque nos desorientamos fácilmente: reconozcámoslo mujeres… salvo algunas excepciones, no hay forma de que entendamos mejor que ellos un camino. El GPS nunca está de más, pero es más cálido cuando nos guían, nos llevan y, además, nos acompañan los hombres.
Porque nadie hace la barbacoa más rica: no es que no podamos cocinar. De hecho, nos destacamos con la mayoría de las comidas, pero este plato es especialidad masculina. Hasta ahora no probé uno mejor hecho por una mujer. Asimismo, hay otros rubros que también suelen ser su terreno: las cuentas, el fútbol, la tecnología y la actualidad, pero por lo menos nos ayudan a comprenderlos.
Porque en invierno nos mantienen los pies calientes: ¿hay placer más grande para una mujer que entrar a una cama tibia cuando hace frío? Nada de estufas, bolsas de agua caliente o medias de lana, lo ideal es tener a un caballero que nos brinde calor humano.
Nos dan cariño: y porque después de todo saben ganarse nuestro corazón. Cuando están solemos criticarlos, pero qué falta que nos hacen cuando no los tenemos junto a nosotras.